Fueron estos principios -los ODS- una guía a partir de la cual instituciones y empresas pusieron punto de partida a su propósito de emprender acciones positivas para el planeta y la sociedad, con el conocimiento de la repercusión empresarial que podría conllevarles y la creencia segura de que otra forma de hacer negocios es posible.
Desde entonces, son muchas las compañías que vuelcan su desempeño bajo este espíritu, protagonizando un papel cada vez más consecuente en la configuración del panorama actual y la proyección del mundo en el que queremos vivir.
Transformación para un impacto positivo
En este nuevo ecosistema empresarial de colaboración, las empresas asumen un nuevo papel más activo, también pedagógico, con empleados, proveedores y clientes, utilizando el poder de las marcas para generar una transición y cambio de comportamiento social. Así lo admite Marta Colomina, directora general de la Fundación PwC y directora de Marketing y RSC de PwC España: «Juntos podemos hacer mucho más. Se necesita implicar a la sociedad civil y a las empresas. Hacer lo que mejor sabemos multiplica nuestra capacidad de impactar: nosotros tenemos conocimientos y capacidades en ámbito financiero, y eso puede ayudar a tener fuerza en los demás». Y, como aterrizaje a esta filosofía, desde la Fundación PwC emprenden desde hace años campañas de colaboración de la mano de Cáritas donde los propios empleados participan en la financiación de programas sociales.
«Las empresas somos y tenemos que ser agentes de cambio. Cada vez más nos encontramos con que la sociedad, nuestros equipos y empleados nos exigen que hagamos algo más que nuestra misión como corporación. Para conseguirlo, es fundamental ir de la mano de organizaciones con las que compartamos valores y que nos den garantía de éxito». Cristina del Campo, directora de Comunicación y RSC de Pelayo y gerente de la Fundación Pelayo, apostaba durante la presentación de la Casilla Empresa Solidaria por la colaboración público-privada, uno de los ejes sobre los que se vertebra la acción y el propósito de la Fundación, que recoge desde 2017 todas las acciones emprendidas desde la perspectiva del beneficio social.
La propuesta de RSE de Reale, aseguradora referente con más de 185 años de trayectoria, contempla una perspectiva similar: «Asegurar la continuidad de la empresa obteniendo resultados sostenibles que permitan satisfacer las necesidades de clientes y mediadores, generar trabajo y riqueza, contribuyendo al desarrollo de empleados y de la comunidad, cuidando y respetando el medio ambiente», siempre desde tres posturas principales: la cercanía, transparencia y honestidad con todos sus grupos de interés.
Por su parte, Carrefour cuenta con una amplia trayectoria de acciones emprendidas junto al Tercer Sector a través de su Fundación Solidaridad Carrefour, encaminadas a la mejora de personas en situación de vulnerabilidad, riesgo de exclusión social y especialmente enfocadas a las necesidades de la infancia.
Sin salir del sector de la alimentación, es remarcable la acción de Gullón en el marco de la responsabilidad corporativa. Esta empresa familiar fundada en 1892 destaca por su desempeño en los últimos años en materia de igualdad y diversidad, compromiso con la despoblación rural -a través del Proyecto Arraigo, promovido por la Diputación de Palencia para atraer pobladores a Aguilar de Campoo y Comarca, localidad de su sede y sus dos plantas de producción-, así como su adhesión al Pacto Mundial de la ONU a través de la Red Española.
Estos son solo algunos ejemplos que demuestran que las relaciones empresariales tradicionales tienen que ser revisadas. Ser sostenible y responsable socialmente no solo supone dar respuesta al papel de actor social con el que cuentan las empresas, sino que se corresponde con una oportunidad para acceder a nuevos mercados y garantizar el futuro y la sostenibilidad financiera de una compañía.
Y tú, ¿quieres que tu empresa se una a salvar el mundo? ¡Marca la Casilla Empresa Solidaria en el Impuesto de Sociedades!