En el día a día hay muchos ejemplos de buenas acciones. Participar en alguna actividad de voluntariado, en campañas de donación de alimentos, ropa o medicamentos, hacerse socio de una ONG, comprar productos solidarios… Son acciones con gran impacto en nuestro entorno que realizan no solo las personas a título individual, sino en las que también las empresas pueden implicarse para forjar una comunidad mejor.
Cada vez más conscientes de su responsabilidad con la sociedad en la que operan, las empresas tienen distintas vías para contribuir a mejorarla. Una de ellas es a través de sus propios ingresos, destinando una parte a fines sociales, algo que puede lograrse con una sencilla acción: marcar con una x la Casilla Empresa Solidaria en el Impuesto de Sociedades, lo que permite destinar el 0,7% de lo que ya tributan a la financiación de proyectos sociales.
Un gesto que no tiene coste alguno para las empresas, pero que permite llevar a cabo numerosas iniciativas en España destinadas a luchar contra la pobreza, la exclusión social y la desigualdad.